viernes, 30 de enero de 2009

Hay crisis



Hay crisis cuando el cielo vomita bajo tierra,
crisis cuando el subsuelo se olvida de volar,
crisis cuando el borrego se planta en pie de guerra,
cuando el apunten fuego sabe a quién disparar.
Hay crisis cuando poco parece demasiado,
hay crisis cuando todo cuesta un dedo del pie,
hay crisis de virtud,
hay crisis de pecado,
de Corán, de Talmud, de Evangelios, de fe.
Hay crisis financiera del ego en calzoncillos,
crisis guantanamera, patera, Medellín,
hay crisis de madama que empeña sus zarcillos,
hay crisis cuando todos venden menos Botín.
Hay crisis cuando empalma tifón y marejada,
hay crisis cuando el alma no tiene corazón,
crisis sub prima,
crisis que no rima con nada,
Schumpeter, Galileo, Darwin, Bagdad, newcons.
Crisis Putin, Obama, Sarkozy, Zapatero,Wall Street en pijama,
cero à droite, mister Bush,chantaje al por mayor,
Superman con liguero,
cuesta de enero en mayo, black payo, rhythm and blues.
Hay crisis en el lado mojado del desierto,
hay crisis del petróleo, del pan, del porvenir,
hay crisis en la Meca y en la oración del huerto,
el crack, la discoteca, las ganas de vivir.
Joanqui sabina

jueves, 29 de enero de 2009

Tengo la edad que quiero y siento



¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo: decir sin miedo lo que pienso...
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. ..
Pues tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa eso! ¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo, y otras "que estoy en el apogeo".
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero,
para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!
¡Estás muy viejo, ya no podrás!
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños, se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada..
y otras ..es un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas...
¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cuarenta,
cincuenta o más!
Pues lo que importa:
¡Es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso a quién le importa!
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento!!.
Qué importa cuántos años, cuánto tengo, o cuánto espero…?
si con los años que tengo..
aprendí a querer lo necesario y a tomar sólo lo bueno!!
No piensas igual o parecido??
TENGO LA EDAD QUE QUIERO Y SIENTO!

martes, 27 de enero de 2009

Los fosforos


"Mi abuela tenía una teoría muy interesante;
decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro,
pero que no podemos encenderlos solos...
necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela.
En este caso el oxígeno, por ejemplo,
vendría del aliento de la persona que amamos;
la vela podría ser cualquier tipo de comida,
música, caricia, palabra o sonido que engendre,
la explosión que encenderá uno de los fósforos.
Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa.
Una tibieza placentera crece dentro de nosotros,
desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo,
hasta que llega una nueva explosión a revivirla.
Cada persona tiene que descubrir,
qué disparará esas explosiones para poder vivir,
puesto que la combustión que ocurre,
cuando uno de los fósforos se enciende,
es lo que nutre al alma.
Ese fuego, en resumen, es su alimento.
Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones,
la caja de fósforos se humedece
y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca."
Laura Esquivel
Como agua para chocolate

domingo, 25 de enero de 2009

Sueños, benditos sueños


Sueño que soñando vivo viejos sueños,
vivo de día lo que de noche sueño,
sueño que vivo soñando imposibles sueños,
sueños de silencios guardados,
sueños que callo,
sueños que grito,
sueño que río
sueño que canto,
sueño que desnuda ante ti bailo,
sueño que en aguas frías me sumerjo.
Sueño que vienes y en tu regazo refugio encuentro,
sueño que tu cálido manto me envuelve de nuevo,
sueños que nutren el alma de mi espíritu soñador,
sueño con peces de colores,
sueños bonitos benditos sueños,
sueño con aguas azules vienen llegando los sueños de otoño,
sueños de color terracota,
nuevos sueños.
Sueños de amores soñados en frías tardes de invierno,
sueños a veces amargos
malditos sueños,
sueño con altos tacones y trajes de encaje,
sueño con suaves caricias,
sueños de antaño,
sueños en mi juventud soñados,
sueños prohibidos ardientes sueños.
Sueño contigo y sin ti sigo soñando,
sueño con el primer beso que en los labios me dieron,
sueño con noches de luna llena,
sueños vividos con luna nueva,
sueño que nado en aguas tranquilas,
sueño que contigo me desplazo donde tu me llevas ,
sueño despierta lo que dormida soñé,
sueño que vivo y soñando seguiré.

lunes, 19 de enero de 2009

Imagina



Imagina que no existe el Cielo,
es fácil si lo intentas,
sin el Infierno debajo nuestro,
arriba nuestro, solo el cielo
Imagina a toda la gente viviendo el hoy...
Imagina que no hay países
no es difícil de hacer nadie por quien matar
o morir ni tampoco religión
imagina a toda la gente viviendo la vida en paz...
Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único espero que algún día
te unas a nosotros y el mundo vivirá como uno
Imagina que no hay posesiones
quisiera saber si puedes
sin necesidad de gula o hambre
una hermandad de hombres
imagínate a toda la gente compartiendo el mundo
Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único espero que algún día
te unas a nosotros y el mundo vivirá como uno




domingo, 18 de enero de 2009

Cada momento, cada dia


Pensando en este mundo que vivimos con mayor profundidad, seguramente nos preguntaremos si realmente éste es el mundo al que hemos aspirado los seres humanos por generaciones. Un mundo en el que la violencia no se resuelve con la justicia, sino con más violencia. Un sitio en el que en nuestras ciudades existen edificios cada vez más altos, en donde habitan personas con voluntades cada vez más pequeñas, en donde existen autopistas cada vez más anchas por donde transitan seres humanos con puntos de vista cada vez más estrechos.
Cada día gastamos más y, sin embargo, cada día tenemos menos. Cada vez hay más dinero en circulación, pero éste pertenece día con día a un número menor de personas. Tenemos casas más grandes, pero familias más pequeñas. Hacemos más compromisos pero tenemos menos tiempo.
Hoy es prácticamente indispensable tener más de un título para conseguir trabajo. Sin embargo, aunque nos llenemos de títulos, cada día tenemos menos sentido común. Pareciera que cada vez tenemos mayor conocimiento y, sin embargo, cada vez tenemos menos criterio. Cada vez existen más y más expertos, pero también hay más y más problemas. Hay más medicinas pero hay menos salud.
Hablamos mucho y hacemos poco. Amamos poco y odiamos cada vez más.
Podría decirse que aprendimos a amar la vida, pero nadie nos enseñó a vivirla plenamente. Se han conquistado prácticamente todos los rincones de la tierra, el hombre ha visitado la luna y existen naves espaciales que nos mandan imágenes desde otros planetas. Sin embargo, tenemos problemas para poder cruzar las calles de nuestras ciudades y conocer a nuestros vecinos.
Hemos conquistado el espacio exterior y hemos olvidado el espacio interior. Estamos haciendo esfuerzos increíbles por limpiar el aire y cada día contaminamos más nuestra propia alma.
Hemos aumentado en cantidad, pero hemos disminuido en calidad. Parece increíble que el hombre promedio tiene una estatura cada vez más alta y es más fuerte, pero su carácter es cada vez más débil. Contamos con mayor libertad, pero con menos alegría, con más comida y menos nutrición. Cada vez hay más familias que viven juntas, pero cada vez es menor el número de familias unidas. Las casas que se construyen son cada vez más bonitas, pero hay más hogares rotos.
¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia dónde queremos llegar? ¿Por qué no somos capaces de apreciar más lo que tenemos y enderezar el rumbo de nuestro destino? ¿Por qué siempre guardamos lo mejor para una ocasión especial y no alcanzamos a ver que cada día que podemos seguir viviendo puede ser un día muy especial si nosotros lo decidimos?
¿Por qué preocuparnos tanto por la apariencia y no por la realidad? ¿Por qué no podemos leer más y limpiar menos? ¿Por qué no podemos admirar la belleza del milagro que existe en cada flor sin distraernos tanto en la mala hierba? ¿Por qué no hacemos un esfuerzo por estar más cerca de nuestros amigos y familia, en lugar de estar consiguiendo dinero para ellos?
Estoy seguro que si pudiéramos visualizar el tiempo de vida que nos queda, seguramente quisiéramos pasar más tiempo con nuestros seres queridos, visitaríamos los lugares que nos traen buenos recuerdos, comeríamos nuestra comida preferida, sacaríamos nuestras copas de cristal sin miedo a que se rompieran, nos pondríamos nuestra mejor ropa simplemente para ir al mercado. Habría menos cosas que nos pusieran de mal humor porque entonces sabríamos que nuestras horas están limitadas.
Si supiéramos cuándo llegará esa irremediable cita con la muerte, nos molestaría pensar en todas esas personas que queríamos visitar y que no hemos podido hacerlo, todas esas cartas que hemos querido escribir y siguen en el tintero. Nuestra vida y la de nuestros seres más cercanos seguramente sería mucho mejor, pues no dudaríamos en decirles a nuestros cónyuges, a nuestros padres, a nuestros hermanos, parientes y amigos, lo mucho que les queremos.
Querido amigo, ojalá que estas reflexiones, al menos por hoy, te hagan apreciar los buenos momentos, te hagan sentir la felicidad que hay en una sonrisa sincera, te hagan apreciar cada día, cada hora y cada momento de forma muy especial. Después de todo no sabemos con certeza cuántas veces podremos ver nuevamente el amanecer de un nuevo día.

sábado, 17 de enero de 2009

El jardin de Proserpina



Aquí, donde el mundo se acalla; aquí, donde todas las aflicciones se agolpan como olas exhaustas, o como un tumulto de muertas corrientes en un dudoso sueño de sueños. Veo crecer las verdes campiñas entre sembradores y labradores, en tiempos de cosecha y en tiempos de ciega; un dormido mundo de arroyos. Cansado estoy de la alegría y la tristeza, de los hombres que ríen y lloran, y el destino que aguarda a sus cosechas. Los días y las horas me fastidian, marchitos capullos de flores estériles, y también los anhelos, poderes y deseos; dormir, solo quiero dormir. Aquí la vida es vecina de la muerte; lejos de la vista y el oído, en otras regiones, resuena el sollozo de las olas y de los vientos empujando al espíritu en frágiles embarcaciones. A la deriva, sin rumbo fijo. Mas aquí, del otro lado del mundo, donde nada florece, esos vientos no soplan. Aquí no brotan hierbas ni malezas; no hay brezos ni vid; entre débiles juncos donde las hojas no crecen, sólo mustios capullos de amapola, verdes racimos de Proserpina, para que ella exprima su vino mortal y lo entregue a los muertos. Pálidos, innumerables, sin nombre, inclinándose en sombríos campos de mieses durante toda la noche, esos muertos, como almas tardías, no acunadas en cielo o infierno alguno, abatidas por la neblina y la tiniebla, buscan el brillo de una luz que los aleje para siempre de las sombras. Mas por fuerte que sea nuestra vida, también algún día habremos de morir. Y no seremos ángeles, si ascendemos al cielo, ni sufriremos dolores, si caemos al infierno. Pero la belleza que hay en nosotros habrá de nublarse hasta perecer y nuestro amor, ya en reposo, tocará su fin. Allí está ella, detrás de atrios y pórticos, coronada de yermas hojas, recogiendo toda cosa mortal que llegue hasta sus frías e inmortales manos. Allí está ella, temida por el amor a quien supera en dulzura, acercando sus labios a tantos hombres de tierras y tiempos diversos. A la espera de todos nosotros, nacidos para morir, ella nos hace olvidar esta tierra, nuestra madre, y la vida de los frutos y las mieses. La primavera, las semillas y las golondrinas emprenden vuelo y la siguen, allí donde el canto del verano se ahueca y la vida se aleja. Allá van los amores marchitos, los viejos amores con sus alas cansadas, y los años perdidos y las cosas deshechas. Moribundos sueños de inhóspitos días, ciegos capuchos arrancados por la nieve, hojas salvajes arrastradas por el viento, sangrientos extravíos de arruinadas primaveras. Ni las tristezas ni las alegrías son seguras; el presente ha de morir en el mañana y nada hay que pueda doblegar el señorío del tiempo. El corazón, decaído y displicente, suspira acongojado; sus ojos abatidos y olvidadizos gimen la brevedad del amor. Por grande que sea nuestro apego a la vida, buscamos liberarnos de esperanzas y temores; por eso agradecemos a los dioses, no importa quiénes sean, que la vida no dure para siempre, que nada perturbe el dormir de los muertos, que hasta el rió menos generoso haya siempre de retornar al mar. Porque entonces no habrá estrellas ni soles ni cambios de luz que puedan despertarnos; no habrá agua que se agiten tumultuosamente ni sonidos ni visiones; tampoco habrá días, estaciones, o seres luminosos; sólo un eterno sueño en una eterna noche.
Aquí, donde el mundo se acalla;

aquí, donde todas las aflicciones se agolpan como olas exhaustas,

o como un tumulto de muertas corrientes en un dudoso sueño de sueños.

Veo crecer las verdes campiñas entre sembradores y labradores

, en tiempos de cosecha y en tiempos de ciega;

un dormido mundo de arroyos.

Cansado estoy de la alegría y la tristeza,

de los hombres que ríen y lloran, y el destino que aguarda a sus cosechas.

Los días y las horas me fastidian, marchitos capullos de flores estériles,

y también los anhelos, poderes y deseos;

dormir, solo quiero dormir.

Aquí la vida es vecina de la muerte; lejos de la vista y el oído,

en otras regiones, resuena el sollozo de las olas

y de los vientos empujando al espíritu en frágiles embarcaciones.

A la deriva, sin rumbo fijo.

Mas aquí, del otro lado del mundo, donde nada florece, esos vientos no soplan.

Aquí no brotan hierbas ni malezas; no hay brezos ni vid;

entre débiles juncos donde las hojas no crecen,

sólo mustios capullos de amapola, verdes racimos de Proserpina,

para que ella exprima su vino mortal y lo entregue a los muertos.

Pálidos, innumerables, sin nombre,

inclinándose en sombríos campos de mieses durante toda la noche,

esos muertos, como almas tardías,

no acunadas en cielo o infierno alguno, abatidas por la neblina y la tiniebla,

buscan el brillo de una luz que los aleje para siempre de las sombras.

Mas por fuerte que sea nuestra vida, también algún día habremos de morir.

Y no seremos ángeles, si ascendemos al cielo,

ni sufriremos dolores, si caemos al infierno.

Pero la belleza que hay en nosotros habrá de nublarse hasta perecer

y nuestro amor, ya en reposo, tocará su fin.

Allí está ella, detrás de atrios y pórticos, coronada de yermas hojas,

recogiendo toda cosa mortal que llegue hasta sus frías e inmortales manos.

Allí está ella, temida por el amor a quien supera en dulzura,

acercando sus labios a tantos hombres de tierras y tiempos diversos.

A la espera de todos nosotros, nacidos para morir,

ella nos hace olvidar esta tierra, nuestra madre,

y la vida de los frutos y las mieses.

La primavera, las semillas y las golondrinas emprenden vuelo y la siguen,

allí donde el canto del verano se ahueca y la vida se aleja.

Allá van los amores marchitos, los viejos amores con sus alas cansadas,

y los años perdidos y las cosas deshechas.

Moribundos sueños de inhóspitos días,

ciegos capuchos arrancados por la nieve,

hojas salvajes arrastradas por el viento,

sangrientos extravíos de arruinadas primaveras.

Ni las tristezas ni las alegrías son seguras;

el presente ha de morir en el mañana

y nada hay que pueda doblegar el señorío del tiempo.

El corazón, decaído y displicente, suspira acongojado;

sus ojos abatidos y olvidadizos gimen la brevedad del amor.

Por grande que sea nuestro apego a la vida,

buscamos liberarnos de esperanzas y temores;

por eso agradecemos a los dioses, no importa quiénes sean,

que la vida no dure para siempre,

que nada perturbe el dormir de los muertos,

que hasta el rió menos generoso haya siempre de retornar al mar.

Porque entonces no habrá estrellas ni soles ni cambios de luz que puedan despertarnos;

no habrá agua que se agiten tumultuosamente ni sonidos ni visiones;

tampoco habrá días, estaciones, o seres luminosos;

sólo un eterno sueño en una eterna noche.

viernes, 16 de enero de 2009

La ninfa luna y el tritón


Sucedió hace mucho, mucho tiempo, en lo que hoy es la isla de Rodas, bañada por el mar Egeo. Aquella era la morada de la ninfa Luna, bella y dulce, musa de poetas y artistas, habitante de un pueblo en el que todos la admiraban sin saber que les quedaba poco tiempo para disfrutar de su compañía.
Un día pasó por allí Tritón, rey de las aguas. Sus ojos eran de un azul intenso, como el mar que dominaba, su pelo negro, rizos que se enroscaban recordando los que se forman en la espuma del mar. Y quiso el destino, la historia o quién sabe, que sus ojos repararan en Luna, la ninfa de palidez destacada y rasgos limpios, suaves, quedando cegado por su belleza como tantos otros en el pasado habían quedado. Sin embargo, mientras otros enamorados habían aprovechado la fuerza con que Luna les había impactado para crear canciones, cuadros, historias, para extender su pasión a otros... Tritón no sabía quererla así. Pensaba en ella día y noche, la añoraba, la espiaba cuando era posible, imaginaba su voz, el sabor de sus besos, y todo él se volvía ira cuando pensaba que otros también disfrutaban mirándola y pensando en ella.
Un día, convencido de que sólo hacía falta que ella le conociera para que quedase prendada de él, se acercó... Pero pocas veces las cosas son tal como las imaginamos, y cuando llegó hasta ella alguien lo había hecho antes, robando el corazón de su bella ninfa Luna. Su nombre era Helios, dios del sol, aquel que iluminaba el mundo... y sumía el corazón de Tritón en la más profunda de las tinieblas. Sus esperanzas, desvanecidas, sus sueños, perdidos, sus deseos, burlados. La ira empezó a crecer en su interior, los celos le atormentaron en noches oscuras y la locura se fue haciendo un espacio en su mente cada vez mayor. Llegó un punto en que la tortura que sufría cada noche se le hizo insoportable, y la cordura fue reducida a un pequeño rincón, casi olvidada. Y una de esas noches de rabia y dolor enloquecidos, Tritón se dirigió hacia la morada de su amada Luna y empuñando una espada la mató de un certero golpe.
Con él se apagó la rabia, y se vio Tritón ante el cuerpo muerto de su sueño. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que había hecho, y de cómo al darle muerte a ella se había matado a sí mismo... pues cuando no quedan sueños, no queda vida, y Luna se había convertido en su único sueño. Asqueado de sí mismo, se retiró de nuevo a las aguas, su antiguo dominio, y nunca más se aventuró en el territorio de los demás seres.
El alma de Luna, a su muerte, subió a los cielos (tal vez fueron los dioses que quisieron situarla en lo alto, a la mayor distancia posible del mar en el que Tritón se había refugiado), y una forma redonda apareció en la noche, pálida como había sido ella en vida. Su reflejo caería muchas veces sobre el mar, para que Tritón no olvidara el resultado de su ira descontrolada, viendo cada noche el rostro inerte de su amada en el espejo de las aguas. Y Tritón, según fue pasando tiempo y tiempo en las aguas, sin salir, fue siendo parte de ellas, hasta que al día de hoy se cree que son ya la misma cosa... y que cuando las olas rugen furiosas y chocan contra los acantilados una y otra vez, no es otra cosa que su furia al recordar eternamente que mató a su amada Luna, incapaz de perdonarse.

miércoles, 14 de enero de 2009

Salvar una estrella



Había una vez un sabio que solía ir a la playa a escribir.

Tenía la costumbre de caminar por la playa antes de comenzar su trabajo.

Un día, mientras caminaba junto al mar, observó una figura humana que se movía como un bailarín.

Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar el día.

Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven y que el joven no bailaba sino que se agachaba para recoger algo y suavemente lanzarlo al mar.

A medida que se acercaba saludó:

- Buen día, ¿Qué está haciendo?

- El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió:

- Arrojo estrellas de mar al océano. -

- Supongo que debería preguntar ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano? -, dijo el sabio.

El joven respondió:

- Anoche la tormenta dejó miles de estrellas en la playa, hoy hay sol fuerte y la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán.

- Pero joven, replicó el sabio, no se da cuenta que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar,

¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?

- El joven escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la arrojó al agua y luego le dijo:

- Para aquella, sí tuvo sentido.

La respuesta sorprendió al hombre.

Se sintió molesto, no supo que contestar y regresó a su cabaña a escribir.

Durante todo el día, mientras escribía, la imagen de aquel joven lo perseguía.

Intentó ignorarlo pero no pudo.

Finalmente al caer la tarde se dio cuenta que a él, el científico, a él, el sabio, se le había escapado la naturaleza esencial de la acción de aquel joven.

Él había elegido no ser un mero observador en el Universo y dejar que pasara ante sus ojos. Había decidido participar activamente y dejar su huella en él.

Se sintió avergonzado y esa noche se fue a dormir preocupado.

A la mañana siguiente se levantó sabiendo que debía hacer algo.

Se vistió, fue a la playa, encontró al joven y pasó el resto de la mañana arrojando estrellas de mar al océano. ...

Nada puedo hacer para solucionar las penas del mundo, pero mucho puedo hacer para colaborar en el pedacito de mundo que me toca.

martes, 13 de enero de 2009

No mas...


No mas…
No me amargues más la existencia
No hagas que esto sea tan duro y difícil para mí
Lo único que te pido es que me dejes en paz
Déjame vivir
Quiero vivir
Me ahogas,
Me sofocas,
Me asfixias
Ya no puedo más.
Malo si te hablo y peor si te ignoro
¿Que quieres de mí?
Ya es suficiente
Para con esta tortura
Deja que me libere
O libérame de las cadenas a las que me atas
Suéltame y déjame volar
Destapa mis ojos y permíteme observar la libertad.
Ábreme la puerta
o simplemente en la noche
quítale el seguro y déjame correr.
No te pido que seques mis lágrimas,
que consueles mi dolor,
que me abrases cuando tengo frió,
que estes ahí sin estarlo,
No, no es lo que quiero en estos momentos,
Ya fue suficiente.
Me basta con saber que tu opaco
y helado corazón se sigue cargando de egoísmo
y resentimiento sobre algo que ya fue
y es inevitable deshacerlo.

domingo, 11 de enero de 2009

Nadie me callara


Mas alla de la nada...,
...Nadie callara mis palabras,
Sera como tratar detener,
al instinto de un animal,
Impedir que florezca la primavera,
que acalore el verano,
Que entristezca el otoño o que hiele el invierno,
Sera como liberar al esclavo de su yugo,
Evitar que vuele la mente del pensador,
Corromper los sentimientos del poeta,
La opocision al anarquista,
La hipocresia al bohemio,
Las mentiras a la Iglesia,
La fe al creyente,
Como tratar de separar a la lluvia del viento,
Quitarle al reloj el tiempo,
La tormenta de la tempestad,
Al horizonte de un ocaso,
El menguar de la Luna,
El brillar de las estrellas,
Y el estelar de estas,
Sera como tratar de apagar al sol con un vaso de agua,
O simplemente tratarlo de tapar con un dedo,
Como quitarle el pensamiento tragico al dramaturgo,
Robarle la inocencia al niño,
Derrocar el pesar al decepcionado,
La cobardia al suicida,
La esperanza al ilusionado,
Sera como quitarle la corrupcion al politico,
La maldad al ilicito,
La condena al proscrito,
El descaro al verdugo...
Mas alla de la nada,
Nadie callara mis palabras,
Sera como robarle el canto al trovador,
La valentia al caballero,
La imaginacion al soñador...,
Como hurtarle la Luna al alunado,
El amor al enamorado,
La pasion al apasionado...
Sera como no dejar discernir al homosexual,
Quitarle el gusto a la lesbiana,
Diferir de estos al heterosexual,
Y que no se arregle el metrosexual,
Como impedirle,
La mañana al otro dia,
La penumbra a la noche,
La oscuridad a mi corazon,
La distancia a la lejania,
La soberbia a la tirania...,
Mas alla de la nada,
Nadie callara mis palabras,
Seria como ver: Mariposas sin alas,
Robles sin ramas,
Soldados sin armas,
Y al fuego sin llamas,
Nadie detendra el movimiento de mi pluma,
E impidira que la remoje en el tintero,
Escribire el pensamiento que me abruma,
O el sentimiento que se extenua,
...Mas alla de la nada,
Nadie callara mis palabras...
TE LO DEDICO A TI QUE ME HAS CRITICADO Y JUZGADO, TU QUE TANTO GRITAS,
A MI ME QUIERES AMORDAZAR

miércoles, 7 de enero de 2009

¿Y yo que he perdido?


..."cuando uno da, en general,
no siente la pérdida,
en todo caso lo perdido es lo que alguien,
la vida o las circunstancias te quitan".
Y me acordaba de Nasrudím...
Él andaba por el pueblo diciendo:
- He perdido la mula, he perdido la mula, estoy desesperado, ya no puedo vivir.
- No puedo vivir si no encuentro mi mula.
- Aquel que encuentre mi mula va a recibir como recompensa ....mi mula.
Y la gente a su paso le gritaba:
- Estás loco, totalmente loco, ¿estas desesperado porque perdiste la mula y ofreces como recompensa la propia mula?
Y él contesta:
- Sí, porque a mí me molesta no tenerla, pero mucho más me molesta ...
haberla perdido....
Porque el dolor de la pérdida no tiene tanto que ver con el no tener, como con la situación concreta del mal manejo de mi impotencia, con lo que el afuera se ha quedado, con esa carencia de algo que yo, por el momento al menos, no hubiera querido que se llevara.
Conceder mucho más de lo que estoy dispuesto a dar.
Quizás en el fondo yo nunca quiero desprenderme totalmente de nada, y la vivencia de lo perdido es tema del "ya no más".
Un "ya no más" impuesto, que no depende de mi decisión ni de mi capacidad".

Fragmento del capítulo 2 de "El Camino de las Lágrimas" de Jorge Bucay.