jueves, 26 de septiembre de 2013

Carta de despedida de Gabriel Garcia Marquez


Si por un momento Dios se olvidará de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más. Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, una canción de Serrat sería la serenata.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas y el  encarnado beso de suspétalos…
Dios mío si yo tuviera un trozo de vida… no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero que la quiero. Convencería a cada hombre o mujer de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… he aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas las cosas que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy es última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que ésta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos momentos que te veo, diría TE QUIERO y no asumiría tontamente que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesites, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles lo siento, perdóname, por favor, gracias y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuánto te importan.                                                                                         Gabriel Garcia Marquez

jueves, 6 de junio de 2013







"Dichosos los que nacen mariposa o tienen luz de luna en el vestido"
F. G. Lorca

viernes, 18 de enero de 2013






¿Fue en las islas de las rosas, 
en el país de los sueños, 
en donde hay niños risueños 
y enjambre de mariposas? 

Quizá. 
En sus grutas doradas, 
con sus diademas de oro, 
allí estaban, como un coro 
de reinas, todas las hadas. 
Las que tienen prisioneros 
a los silfos de la luz, 
las que andan con un capuz 
salpicado de luceros. 
Las que mantos de escarlata 
lucen con regio donaire, 
y las que hienden el aire 
con su varita de plata. 
¿Era día o noche? 

El astro 
de la niebla sobre el tul, 
florecía en campo azul 
como un lirio de alabastro. 
Su peplo de oro la incierta 
alba ya había tendido. 
Era la hora en que en su nido 
toda alondra se despierta. 

Temblaba el limpio cristal 
del rocío de la noche, 
y estaba entreabierto el broche 
de la flor primaveral. 
Y en aquella región que era 
de la luz y la fortuna, 
cantaban un himno, a una, 
ave, aurora y primavera. 

Las hadas ?aquella tropa 
brillante?, Delia, que he dicho, 
por un extraño capricho 
fabricaron una copa. 
Rara, bella, sin igual, 
y tan pura como bella, 
pues aún no ha bebido en ella 
ninguna boca mortal. 

De una azucena gentil 
hicieron el cáliz leve, 
que era de polvo de nieve 
y palidez de marfil. 
Y la base fue formada 
con un trémulo suspiro, 
de reflejos de zafiro 
y de luz cristalizada. 

La copa hecha se pensó 
en qué se pondría en ella 
(que es el todo, niña bella, 
de lo que te cuento yo). 
Una dijo: ?La ilusión; 
otra dijo: ?La belleza; 
otra dijo: ?La riqueza; 
y otra más: ?El corazón. 

La Reina Mab, que es discreta, 
dijo a la espléndida tropa: 
?Que se ponga en esa copa 
la felicidad completa. 
Y cuando habló Reina tal, 
produjo aplausos y asombros. 
Llevaba sobre sus hombros 
su soberbio manto real. 
Dejó caer la divina 
Reina de acento sonoro, 
algo como gotas de oro 
de una flauta cristalina. 
Ya la Reina Mab habló; 
cesó su olímpico gesto, 
y las hadas tanto han puesto 
que la copa se llenó. 
Amor, delicia, verdad, 
dicha, esplendor y riqueza, 
fe, poderío, belleza... 
¡Toda la felicidad!... 
Y esta copa se guardó 
pura, sola, inmaculada. 

¿Dónde? 
En una isla ignorada. 

¿De dónde? 
¡Se me olvidó!..
¿Fue en las islas de las rosas, 
en el país de los sueños, 
en donde hay niños risueños 
y enjambres de mariposas? 
Esto nada importa aquí, 
pues por decirte escribía 
que esta copa, niña mía, 
la deseo para ti.




Ruben Dario