Siempre pensé que había pasado la edad de la inocencia, hace ya… muchos años.
Pero no... ¡qué va!.
La diferencia reside en que, cuando eres niña, hasta donde alcanzas a comprender, todo te parece bello y las cosas son así, porque te dicen que son así.
Sin preguntas.
Sin darle vueltas.
Te vas haciendo mayor y entonces, cuando realmente te das cuenta de que el río no sólo es transparente, que el río también tiene piedras y se transforma en turbio... tiras del hilo de la imaginación, esa que te hace regresar a la inocencia que yace no sé por dónde;
pero yace, quizás acurrucada en algún lugar a modo de fuerte, para no ser atacada.
Y vuelves a creer en el ser humano… vuelves a soñar pensando:
Si no te han saludado, es porque no te vieron.
Si no te han saludado, es porque no te vieron.
Si no te dicen cosas bonitas, es porque no les gustas.
Si no te dan un abrazo, es porque no tienes brazos lo suficientemente largos para responder.
Si no te susurran es porque no encuentran palabras.
Y si hablan demasiado, porque su garganta necesita desahogo.
Sí… vuelves a tirar de la inocencia como refugio, para que el corazón, no se parta de pena.
Sí… vuelves a tirar de la inocencia como refugio, para que el corazón, no se parta de pena.
Celia
2 comentarios:
Supongo que la inocencia es algo que siempre está ahí.
y nunca debemos de perder, sino la vida perderia toda la magia
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