Dionisio, el monarca de Siracusa, se fastidió cuando oyó los discursos que pronunciaba Pitias. El joven estudioso decía al público que ningún hombre debía ejercer poder ilimitado sobre otro, y que los tiranos eran reyes injustos. En un arrebato de ira, Dionisio convocó a Pitias y su amigo.
- ¿ Quiénes creéis que sois, para sembrar el descontento entre la gente ? - Preguntó.
- Estas palabras son traición - gritó Dionisio -. Estas conspirando para derrocarme. Retráctate de tus palabras, o enfrenta las consecuencias.
- No me retractaré - respondió Pitias.
- Entonces morirás. ¿ Tienes un último pedido ?
- Veo que no sólo crees que soy injusto, sino que además soy estúpido -rió desdeñosamente Dionisio -. Si te dejo salir de Siracusa, no volveré a verte.
- Te haré un juramento.
- ¿ Qué clase de juramento podrías hacer que me indujera a creer que regresarás? - preguntó Dionisio.
En ese momento Damón, que había permanecido en silencio, se adelantó.
Dionisio estudió en silencio a ambos amigos.
- Él mantendrá su palabra - respondió Damón -. No tengo la menor duda de ello.
Pitias obtuvo autorización para irse por un tiempo, y Damón fue a dar a la cárcel.
Al cabo de varios días, como Pitias no aparecía, Dionisio no pudo con su curiosidad y fue a la prisión para ver si Damón se arrepentía del trato que había hecho.
Dionisio se asombró de la confianza del prisionero.
- Veremos - dijo, y dejó a Damón en su celda.
- Parece que tu amigo no ha llegado - rió -. ¿ Qué piensas ahora de él ?
- Es mi amigo - respondió Damón -. Confío en él.
Y mientras hablaba, las puertas se abrieron y Pitias entró tambaleándose. Estaba pálido y magullado, y apenas podía hablar de cansancio. Se arrojó en brazos de su amigo.
- Estás a salvo, loados sean los dioses - jadeó -. Parece que los hados conspiraban contra nosotros. Mi barco naufragó en una tormenta, y luego me atacaron salteadores. Pero me negué a abandonar mis esperanzas, y logré llegar a tiempo. Estoy dispuesto a cumplir mi sentencia de muerte.
Dionisio quedó atónito al oír estas palabras, y sus ojos y su corazón se abrieron. Era imposible resistir el poder de semejante constancia.
- ¿ A qué te refieres ? - preguntaron los amigos.
- Enseñadme a formar parte de una amistad tan noble.
1 comentario:
Felicidades por tener esa suerte...
La confianza es el mejor abono para una buena amistad...quien duda de ti, quizá no era tan amigo como creias.
te deseo lo mejor Lunallena
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