jueves, 6 de agosto de 2009

La niña y la tempestad



La niña solía ir caminando todos los días a la escuela.
Una tarde de tempestad, en que los vientos soplaban cada vez con más fuerza y los rayos y truenos sacudían el vecindario, pasó su hora habitual de regresar a casa sin que apareciera.
La madre, preocupada, telefoneó al colegio, donde le informaron que la niña ya se había ido.
Al ver que no llegaba, se puso el impermeable y salió, imaginando que su hija debía estar paralizada de miedo, escondida quizá en la casa de algún vecino, llorando y esperando que la tempestad pasara.
Para su tranquilidad, en cuanto dobló la esquina vio a la niña que caminaba lentamente en dirección a la casa; pero paraba cada vez que caía un rayo, miraba hacia el cielo y sonreía.
La madre llegó corriendo, colocó a la niña bajo su capa y le preguntó por qué se había demorado tanto.
- ¿Es que no ves los flashes? – dijo ella-. ¡Dios me está sacando fotos!
A veces nos preocupamos, pensamos siempre que suceden cosas malas cuando la realidad es que casi siempre aquel por quien nos preocupamos la está pasando muy bien.
Paulo coelho

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