sábado, 12 de septiembre de 2009

Erase una historia de amor, que empezo un 11 de septiembre


Nunca escribo cosas mías, no se escribir, no se expresarme bien, pero hoy si lo voy a hacer porque hoy es parte de mi vida y de mi, hoy es mi doble aniversario y nadie mas pueda contarlo.



Un once de septiembre de hace treinta y tres años ocurrieron unas series de circunstancias que de no haberse dado nunca hubiera conocido al hombre de mi vida. Fue un flechazo a primera vista, esa misma noche soné con el, mi corazón saltaba y no podía dejar de pensar en el.


Mi gran suerte fue que el sintió lo mismo, hubo personas que quisieron separarnos, tuvimos problemas, pero nuestro amor era tan fuerte que sobrevivimos a todos y seis años después nos casamos.



Tal día como hoy hace 27 años, amaneció un día radiante, luminoso, era el día que mi sueño se haría realidad, me iba a casar con la persona a la que mas amaba y con la quería formar esa familia con la que había soñado toda mi vida.


Recuerdo ese día como si fuera ahora, siempre había pensado que ese día estaría muy nerviosa, pero no, me sentía tranquila y feliz.


Tenia cita por la mañana en la peluquería para preparar el peinado y había quedado con mi amor que me esperaría en mi casa.



El si andaba nervioso y decidió ir a esperarme a la puerta de la peluquería, yo cuando termine me fui para mi casa y al llegar mi madre me dijo que mi novio había salido a mi encuentro. Salí a buscarlo y yo que estaba tan tranquila empecé a ponerme nerviosa, cuando nos encontramos los dos nos enfadamos por esa tontería, por haber estado jugando al ratón y al gato.



Fue nuestra ultima pelea de novios, estábamos tan nervioso que en un momento dado le dije:


"esta tarde no me esperes porque no pienso casarme y el me contesto yo tampoco".




Nos subimos al coche y fuimos a nuestro piso en el que tenia que dejar mis ultimas cosas, al llegar miramos el buzón y había una carta de mi padre, no me lo podía creer, hacia catorce años que mi padre se había ido y no había sabido nada de el.



En esa carta me felicitaba por mi boda y me deseaba que fuera muy feliz, que alegría sentí de pronto, por fin sabia algo de el, sabia que me casaba y aunque lo que mas me hubiera gustado, era que el hubiera sido mi padrino, yo me sentía en una nube, abrace a mi novio, me emocione, llore, fue el mejor regalo de todos los que me hicieron.





Después de esta alegría ya no recodábamos que habíamos dicho que no íbamos a casarnos, yo no solo sentía mariposas en el estomago, las tenia por todo el cuerpo.



Aquella tarde a las siete entre en la iglesia del brazo de mi suegro y mi novio del de mi madre, cuando pienso en esos momentos solo me vienen flashes, mi novio que iba guapisimo, no había hombre mas guapo que el, la cara de mi madre, nuestras miradas, el amor y la felicidad que sentíamos los dos.





Aquel once de septiembre de mil novecientos ochenta y dos conseguí hacer realidad mis dos únicos sueños, tener noticias de mi padre, además directamente de el y casarme con la persona que amaba, una gran persona y mejor padre, como pude comprobar cuando llegaron nuestros hijos.




Tengo que reconocer que cuando faltaba pocos días para la boda sentí miedo, pensaba que todo saldría mal, tendríamos muchos problemas, no me veia aun responsable para crear una familia, todo los nervios y miedos desaparecieron el día que me case, pensé que ya no se podía dar marcha atrás y que porque tendrían que salirnos las cosas mal.




En estos veintisiete años ha ocurrido miles de cosas, tanto buenas, regulares, malas y muy malas, pero gracias a todas ellas los momentos felices son maravillosos y los guardo en la cajita de los arcos iris y felicidad.




Momentos felices: cuando nacieron nuestros tres hijos, la unión que tenemos, lo que nos queremos, los viajes y juegos juntos, ver a nuestros niños crecer sanos y felices, el orgullo de formar una familia, ya que yo nunca la tuve.




Momentos negativos: el accidente de mi marido, problemas de trabajo y económicos, enfermedades y muertes de personas muy, muy queridas y mi enfermedad.




Hace muchos años tuve un sueño, encontrar una persona que me amara y respetara, junto a la que me sintiera protejida y no tener miedo de nada, ni de nadie, formar y tener "mi familia", nuestra familia.




Tengo que decir que los sueños se consiguen, hay que luchar muchos por ellos, no es fácil, en el camino siempre hay espinas, pero al final siempre nos espera la rosa y su olor.




Lo mejor de todo fue encontrar a mi marido, gracias a el tengo unos hijos guapapisimos y maravillosos, le tengo que dar gracias por la paciencia que tiene conmigo en mis malos momentos con la enfermedad, el amor que me ha dado durante todos estos años, sin fallar ninguno, su apoyo y fidelidad.



Lo que mas me gusta es, cuando me miras y veo en tus ojos, que aun me sigues queriendo y deseando, me haces tan feliz, que solo quiero darte las gracias por estos veintisiete años de AMOR.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no esta nada mal para ser tu primer escrito. Ya tienes una seguidora desde hoy. Estoy segura que detrás de este primer paso vendrán más.
Amiga, que ese amor que os tenéis y esa familia que habéis conseguido continúe con tan fuertes cimientos.

MUCHAS FELICIDADES

LAURA dijo...

es precioso ver como a lo largo del tiempo permanece ese amor que sentis en estos tiempos que corren ,os dejo un abrazo muy grande y que el amor perdure hasta el infinito

Susy dijo...

PRECIOSOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO......QUE SEAIS FELICES UCHOS AÑOS MASSSS

Isabel dijo...

GRACIAS HERMANAS, SABEIS QUE ES AMOR DE VERDAD