lunes, 27 de octubre de 2008

Siempre hacia adelante



A veces tengo que decírmelo a mí misma, para no olvidarlo: nada deber retenerme, volaré siempre hacia delante.

Ya quedó atrás el tiempo en el que viví en un árbol, uno que extendía sus ramas al sol, buscaba luz y crecía sin crecer, sin moverse, con las raíces atrapadas en una tierra estéril. Fui oruga, sí, pero ahora soy mariposa, tengo alas, y colores, y nada puede ya sujetar mi vuelo aunque, a veces, he de recordarlo.

Me sucede a menudo, cuando tropiezo con niños que tratan de hacerme un hueco entre sus manos. Algunos acarician mis alas, arrancando una pizca del tenue polvillo que las sustenta y embellece, otros agarran mi patita y se empeñan en agitarme en su mejilla. Pero no son más que niños, incapaces de remontar el cielo salvo en su imaginación, y yo, pequeña y frágil, soy inmensa cuando bato alas y, al fin, los dejo atrás.

Sólo soy una mariposa de efímera belleza y no tengo más valor que mi afán y mi entereza, pero sigo adelante por el cielo indefinido, nunca miro atrás, y tú, que no quisiste verlo, que no lo has entendido, te lamentarás un día de cuánto te has perdido.

No hay comentarios: